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Mostrando entradas de diciembre, 2011

Miguel Barrios Payares

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Sol/Off Por: Miguel Barrios Payares La tarde es frágil como las galletas de sal y el piso huele a desinfectante de hospital. Has dicho en alguna ocasión que el fuego pesa como las mentiras pero que las mentiras son más calientes y más incómodas de llevar. El piso está frío, mi cuerpo está desnudo y casi tan frío como el piso. Quiero escribirte algo con buena tinta, algo así como una conversación estilo libre donde parezca que prestas atención y donde yo aparente decirte algo importante. No hay hormigas ni ningún bicho en el piso, sólo se respira una incómoda blancura y seguro desde el suelo se debería ver mejor el techo, con las imperfecciones propias de todos los techos pero, no se ve nada diferente que si mirara hacia arriba estando de pie. En la pared, el suiche de la bombilla está en off y afuera, el sol está entre nubes y eso es algo similar a estar en off. Las ventanas cerradas reciben el golpe del viento aunque la vibración no es muy perceptible, pero están un poco empaña

Dankir Ortiz

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Por: Dankir Ortiz. JURAMENTO DE MIS PASOS Segundas circunstancias sólo existen en el territorio de las pisadas constantes. Miles de ojos persiguen mis pasos entre bolsas plásticas con rostros… No necesité morir para saber que sólo la mirada devuelve el hambre a mis pisadas y las convierte en fruto de los postes. JURAMENTO DE UNA NO RAZÓN Lo contrario a la verdad es verdad. A la prohibición se suma la imposibilidad aceptada mientras continúan los partos alimentando a las hambrientas                                              cruces. El niño que se saca los ojos para apreciar el color                                    de la historia, es quien le da color. Y de una barba inequívoca se desprenden mariposas. Continúan las preguntas... vístete. ÉL... “no-útil” – como el café que se niega a termina         con mi mirada – cierra un libro como                             piernas y la tinta se s

Diógenes Armando Pino

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Un secreto para ser contado Por: Diógenes Armando Pino Avila A Joaquín y Arquímedes, y a todos los que como yo, también tienen sus amigos. 1 Este es un secreto que he guardado toda la vida y que hoy después de consultar con mamá y obtener su visto bueno te lo quiero contar, para que sepas de primera mano qué es lo que pasa y no le pongas atención a las murmuraciones. Tu compromiso es: escuchar y no repetir, pues debes guardar mi secreto y no traicionar la confianza que deposito en ti. Comenzaré contándote que desde muy niño tengo un amigo, creo que antes que yo naciera ya contaba con su amistad. Su nombre es Miguel, ¿Miguel qué? Hummm, no se su apellido, nunca me lo ha dicho, o mejor, nunca se lo he preguntado, pues sí, ¿para qué el apellido? si siempre estamos los dos solos y tenemos que jugar y hablar escondidos donde nadie nos vea.       Joaquín Cuando niños sí, jugábamos delante de la gente y permanecíamos hablando de cualquier cosa, temas de niños, digo yo

Diógenes Armando Pino Avila

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El peso de la carreta Por Diógenes Armando Pino Ávila La lluvia de fuego que el sol emite, castiga su cuerpo sudoroso.  Empuja resoplando la carreta donde carga su esperanza desvaída. Los autos pasan rugiendo a su alrededor, en una danza de muerte que hace algunos meses aprendió de memoria. No siente miedo, no es que sea valiente, es que engavetó su miedo en lo más profundo de su alma. Algunos conductores le lanzan improperios. No responde. Solo empuja su carreta con el terco afán de salir de esa avenida que ostenta un nombre de prócer de la independencia. El semáforo cambia a verde, él se apresura a cruzar a la izquierda, busca la calle más tranquila y de escaso tráfico, la que lo conduce al barrio de clase media donde tiene su clientela. Se detiene con su carreta bajo la sombra que proyecta un árbol en la acera. Descansa, disfruta de la suave brisa que golpea su rostro y mitiga su amargura. El sol está ahí, acechándole con odio, a dos metros, esperándolo fuera de la sil